“Esta casa, en la que vivo de alquiler pero que reformé entera, habla de mi personalidad. Es un laboratorio de ideas que solo me funciona a mí. Experimento en ella, pero en mi trabajo busco interpretar los gustos de cada persona, encontrar el espacio que va con cada uno”, afirma la interiorista Eva Salabart.

En este piso en el barrio de Atocha, Eva y Nacho, su marido, llevan viviendo 13 años. Les gusta tener cerca el Parque del Retiro y El Matadero, donde les encanta ir los fines de semana; también el Museo Reina Sofía. La propietaria les dejó que hicieran todas las obras que querían. Así, Eva transformó “un piso centenario y oscuro como una cueva, con papeles pintados, un friso en el pasillo y muy compartimentado, en una vivienda de espacios abiertos y funcionales”, dice.

De un vistazo

Quién vive aquí: La interiorista Eva Salabart y su marido, Nacho, con la gata persa Fanta, de 5 años; y el gato Whopper, de 14 años y color negro

Situación: Barrio de Atocha, Madrid

Superficie: 70 metros cuadrados

En 100 años, la casa no se había actualizado nunca, así que lo primero que hicieron Eva y Nacho fue renovar las instalaciones. Por otra parte, también se redistribuyeron los espacios porque el piso estaba muy compartimentado. Así, el salón-comedor se abre ahora a la cocina.

Rincón especial
Rincón especial | Javier Bravo

Este es un piso repleto de objetos, color y personalidad. La mesa de comedor, por ejemplo, la ha tuneado Eva. Antes era negra y tenía un sobre ovalado. Ahora, tiene uno rectangular, más grande y de cristal. Las sillas son de Barros y Cañas: una tienda de importación de mueble colonial. Eva ha retapizado los asientos con telas de Gancedo.

El dinosaurio es una escultura que ha elaborado ella misma y que representa su propio resurgir. “Pese a que haya monstruos vestidos de princesa acechando, yo consigo avanzar, dejarlos atrás y crear”. Hace años, Eva sufrió una complicación médica que la llevó a replantearse su vida. “Fue un punto momento crucial para decidir qué quería hacer. Aposté por aquello que me apasiona”, dice. Así, hace tres años, acabó los estudios de interiorismo en la escuela oficial de la Comunidad de Madrid Artecuatro (hoy Artediez). El cambio le daba vértigo, pero ahora reconoce que solo le ha aportado satisfacciones.

La lámpara de techo del estar es un diseño en cobre de Eva; también la idea de las plantas boca abajo. Desde luego, ya no parecen una extravagancia, pero cuando Eva las puso en la casa sí era extraño verlo. “Me roban las ideas. Me avanzo a las tendencias”, dice entre risas la interiorista.

Eva decidió deshacerse de la losa hidráulica que cubría el suelo. “Como su gráfica condicionaba mucho toda la decoración, me decanté por un cálido parqué en madera de roble que aporta sensación de amplitud”.

Eva y Nacho disfrutan buscando objetos singulares cualquier mercadillo. En El Rastro encontraron estos nadadores de hierro fundido: uno de los detalles de la casa preferidos por él.

Los pequeños detalles
Los pequeños detalles | Javier Bravo

Ya hemos dicho que la casa está llena de pequeños detalles, objetos que traen recuerdos a Eva o la inspiran. La máscara es balinesa, el Milú está tallado a mano por un artista tailandés, la oveja es de un artesano de Santillana del Mar y el gato la acompaña desde su niñez.

A Eva le gusta trabajar con piezas fuera de escala; también mezclar materiales. Para ella, “cada rincón cuenta una historia. Son pequeñas escenografías: microcosmos dentro de la obra principal que es nuestra vida”, apunta.

El pavés traslúcido que separa la cocina del comedor permite que entre mucha luz en este último espacio.

La cocina se equipó con mobiliario a medida para aprovechar al máximo tanto el espacio como la entrada de luz. “Los tres metros de altura de los techos de la vivienda, así como las mochetas estructurales me hicieron decantarme por realizar yo misma el diseño de la cocina. Modestamente, creo que está bien pensado y no hay ni un rincón que no haya sido aprovechado”.

Cocina de Eva Salabart
Cocina de Eva Salabart | Javier Bravo

Una de las claves por las que lograron abaratar el coste de la reforma de toda la casa fue que Eva asumió el diseño y la dirección de obra y adquirió personalmente todos los materiales.

La ventana de la cocina se ha teñido con nogalina para hacerla coincidir con las tonalidades del revestimiento de ladrillo. Además, se crearon unos originales estores con cubiertos en su interior.

Esta lámpara es un ejemplo de cómo a Eva le agrada dar nuevos usos a los objetos. “¡Las cosas que caen en mis manos corren el peligro de transformarse! Hay fines de semana que subimos a la sierra y en lugar de descansar aprovecho para trabajar serrando, pintando o lijando muebles”, asegura.

Transformó este antiguo maniquí, que compró de segunda mano en Casa Quiroga, en una original luminaria. “Es una pieza muy pesada y traerla hasta casa fue una epopeya”, confiesa. También cuenta que “para sentar el maniquí hice un casting de sillas hasta que di con la idónea”.

Eva ha bautizado a su lámpara como Juanito. Es una de sus piezas preferidas de la casa.

La lámpara especial de Eva
La lámpara especial de Eva | Javier Bravo

El sofá es de herencia por parte de su abuela materna. Le gusta porque tiene un tamaño ideal para este rincón del salón-comedor. El cuadro es también una pieza especial que realizó ella misma. Debido a su tamaño le supuso un gran trabajo de diseño y montaje.

Nacho ya se ha acostumbrado a que la decoración de su hogar cambie frecuentemente. Eva es muy creativa y está constantemente transformando el piso.

En el dormitorio principal fue necesario realizar un cabecero a medida porque la cama ocupa parcialmente la ventana. Eva ha hecho una composición a distintas alturas con las antiguas contraventanas de la propia vivienda. En la zona central incorporó dos focos direccionables. Las paredes se pintan en un sereno azul; nada que ver con el papel pintado ornamentado que había en origen.

Dormitorio principal de la casa
Dormitorio principal de la casa | Javier Bravo

Para el montón de cojines que decoran la cama ha encontrado una solución ideal a la hora de quitarlos para dormir: colgarlos con ganchos tras la puerta.

Al baño se puede acceder desde el pasillo o el dormitorio. “Este cuadro de la rana Gustavo es de una camiseta mía que me gustaba mucho –dice Nacho. Como estaba envejeciendo, Eva decidió enmarcarla para que la pudiera conservar siempre”. Ahora tiene en el baño un lugar destacado gracias al marco en pan de oro. Como toallero, Eva ha elegido una escalera de bambú.

A través de la puerta entreabierta del despacho, se adivinan unas maquetas suspendidas que hizo en la escuela de interiorismo en la que estudió y que “le sirven de musas”. Aquí pasa mucho tiempo cada día y es donde idea sus singulares proyectos de interiorismo para sus clientes así como sus “trilogías”, que se pueden ver en su perfil de Instagram.

“Esta es nuestra casa y habla de mi creatividad. Yo me dedico a hacer espacios personalizados aprovechando al máximo el espacio y los recursos de cada cliente. La creatividad aporta perspectiva para que un proyecto resulte un éxito”, concluye Eva.

Aquí puedes consultar el artículo original de Houzz.